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Resúmenes

 

 

CONCHA ALBORG

La redención del don Juan

 

     Mi padre fue un don Juan considerable, aunque quizás no tanto como él hubiera querido. A fin de cuentas estuvo casado más de treinta y cinco años con mi madre. Afirmo que a él le gustaba considerarse como don Juan porque recuerdo que a raíz de su retrato como tal en mi obra narrativa, no se ofendió en absoluto. Al contrario, me animaba a tomar notas para que no se me olvidaran los detalles cuando me contaba aventuras que yo desconocía. Lo único que me pidió, repetidamente, fue que no le llamara José Luis, como hice en algunos relatos, sino con su nombre de pila, Juan Luis.

     Sí qué es cierto que fue lo suficientemente conquistador para causar considerables escándalos en la familia, sobre todo en el lado materno. Pero como sucede a menudo en la literatura donjuanesca y en la vida también, los donjuanes se redimen desde la tumba y así puede haber sucedido con mi padre.

     El año pasado, cuando estábamos repasando los libros y documentos de su legado que se venían a Málaga, en una de las últimas cajas, debajo de notas de clase y fichas de alumnos, encontré más de ochocientas cartas entre mis padres en los años cuando mi padre estuvo en el frente del Sur durante la Guerra Civil, y mi madre estaba en Valencia, esperando su regreso para casarse.

     ¿Qué nos dicen estas cartas entre el joven Juan Luis Alborg y su novia Conchita Carles Abello? ¿Cómo se redime el don Juan desde su tumba, si es que en efecto lo hace?

 

 

 

CHRISTOPHER ANDERSON

Juan Alborg: mentor, consejero, amigo

 

     Desde el año 1975 cuando el profesor Juan Luis Alborg llegó a Indiana University, nuestras relaciones profesionales y personales pasaron por varias fases hasta que Juan murió a los 95 años. Llegó a Bloomington como figura casi mítica, productor de imprescindibles tomos de mil páginas sobre la literatura española, él solito. Durante sus años de profesor en Indiana, «leer a Alborg» era una manera en que todos nos preparábamos para los exámenes de doctorado, un fenómeno que según lo que me dicen, todavía ocurre hoy. De esta manera Juan definió una época de estudios en el campo de las letras hispánicas. Sigue vivo en mis clases porque les aconsejo que hagan algo que él hacía, es decir, leer los textos la primera vez con sus propios ojos, no filtrados a través de los de otros.               

     En el momento de escribir la tesis doctoral, yo quería trabajar con un profesor exigente, y me alegró mucho que Juan aceptara ser el director. Cada semana del verano de 1982 yo llegaba a su casa con un capítulo corregido, y otro, nuevo. Unos 20 años más tarde, comenzó una nueva época de intercambios, profesionales al principio, cada vez más personales después, las primeras visitas, correctas, pero muy cordiales, iluminadoras. Solían incluir una buena paella, u otro plato exquisito, con un poco de vino y un excelente café al final.

     Las visitas iban cambiando de tono y de cierta manera de contenido. Nos intimamos su esposa Muriel Kdan, Juan y yo, y confiabamos opiniones, vidas, perspectivas de toda clase. En fin, nos hicimos amigos.

     En nuestra bibliografía anotada sobre Blasco, el Dr. Paul Smith y yo tuvimos el honor de preparar una entrada sobre su estudio de Blasco, de unas 600 páginas, y lo describimos como lo que es, «un logro monumental», que los investigadores sobre Blasco consultaremos continuamente, por décadas, tal vez siglos.

     Un momento memorable con Juan ocurrió cuando me pidió que leyera uno de sus nuevos manuscritos para darle mi opinión. Yo pensaba que era un estudio de unas cuantas páginas, pero era otra obra alborguiana enciclopédica. En aquellos momentos, yo estaba tan ocupado que no podía. Pero siempre le agradeceré su confianza.

     Como valenciano, Juan estaba encantado de aceptar, poco antes de morir, ser miembro del Consejo Académico de la Revista de Estudios sobre Blasco Ibáñez. Pero no sólo aceptó: se ofreció muy generosamente a hacer lo que fuera necesario para ayudar a lanzarla y para que tuviera éxito, en nombre de su vecino valenciano. Espero con estas palabras demostrar también que, si ser joven significa ser curioso, expansionarse, buscar otros horizontes, Juan murió joven.

     También espero que mis comentarios hayan señalado la actualidad de Juan, quien vio cosas que los otros no vimos, y dijo cosas que los otros no sabíamos decir. Juan Alborg, profesor, mentor, consejero, y luego, al final, amigo.

 

 

 

RICARDO F. VIVANCOS PÉREZ

«Sobre crítica y críticos»: una novela de la crítica

desde el desplazamiento español en Estados Unidos

 

     Esta ponencia propone una lectura de Sobre crítica y críticos como obra de híbrida de crítica-ficción (cervantina y principalmente irónico-burlesca), siguiendo las palabras de Juan Luis Alborg en el mismo prólogo, donde explica que con este libro cumple su deseo de escribir «una novela de la crítica contemporánea». Esto conecta directamente con una tradición de novelas posmodernas y ficción autobiográfica de escritores españoles residentes en EE. UU. como Víctor Fuentes, José Ferrater Mora, la propia Concha Alborg. En este sentido, Juan Luis Alborg se acerca en este libro al ideal de ser «crítico-creador» que caracteriza a los intelectuales y escritores desplazados (exiliados y emigrantes) españoles.

 

 

 

ÁNGELES ENCINAR

De crítica literaria y autores: algunas reflexiones

sobre «Hora actual de la novela española»

 

     Examinaremos en nuestro artículo la introducción al primer volumen de Hora actual de la novela española, de Juan Luis Alborg, pues además de ser una declaración de intenciones del autor, se convierte en una indagación lúcida y rigurosa en el género novelesco y en los novelistas españoles de entonces. Después, analizaremos los capítulos dedicados a dos escritores sobresalientes de la Generación del Medio Siglo: Ignacio Aldecoa y Ana María Matute.

 

 

 

ADOLFO SOTELO VÁZQUEZ

Alborg y la crítica literaria contemporánea (1950-1970)

 

     Análisis y valoración de la crítica literaria de Alborg frente a la labor de otros críticos contemporáneos (Fernández Almagro y Antonio Vilanova). Para el desarrollo de la comunicación se ha procedido a una selección de autores y novelas.

 

 

 

DAVID GONZÁLEZ RAMÍREZ

Alborg y la tradición de la historia literaria española

 

     La Historia de la literatura española (1966-1999) de Juan Luis Alborg sufrió a lo largo de su proceso de gestación varios cambios en su plan y diseño. El reflejo que se advierte en sus primeros tomos de algunas historias literarias que tomó Alborg como referencia para planificar y estructurar la suya, desaparece en cuanto el autor alcanza un periodo tan abandonado por la historiografía literaria como el de la Ilustración. En este sentido, el trabajo de síntesis que hasta el Romanticismo venía elaborando Alborg es totalmente renovado cuando llega a las corrientes del XIX como el Realismo y el Naturalismo, donde inicia un nuevo modelo hermenéutico en el que cada capítulo se enriquece con lecturas muy personales y consideraciones literarias de singular valor para la historia de la crítica. Se analizará en esta intervención principalmente la metodología seguida por el autor desde que comenzó a acometer su programa historiográfico en lo que iba a representar una obra de compendio y resumen, hasta lo que terminó siendo: una extensa monografía sobre novelistas del siglo XIX.

 

 

 

ÁLVARO ALONSO MIGUEL

La Edad Media en la «Historia de la literatura» de J. L. Alborg

 

     Mi propósito es analizar la forma en la que J. L. Alborg trata la literatura medieval desde un triple punto de vista: 1) el del canon que propone; b) el de sus estrategias de aproximación a la obra literaria; 3) el de la vigencia actual de sus puntos de vista. El análisis comparará el tratamiento de Alborg con el de otras historias literarias vigentes en los años 60-70, como la de Díez Echarri-Roca Franquesa o la ligeramente posterior de R. O. Jones.

 

 

 

BELÉN MOLINA HUETE

El Siglo de Oro en la «Historia de la Literatura» de J. L. Alborg

 

     El ejercicio de síntesis que necesariamente identifica a una historia literaria con vocación inicial de manual, como es el caso de esta obra de Juan Luis Alborg, abre paso a la consideración —desde el tratamiento de la literatura española de los siglos XVI y XVII llevado a cabo— de diversos aspectos encaminados a definir su particular modelo historiográfico: a) el planteamiento sobre el problema de la periodización y la definición de Siglo de Oro; b) el recorrido por un canon propuesto que sufre revisión en la segunda edición de 1970 frente a la primera de 1966 y su valoración a la luz de la reseñística contemporánea; c) la fijación de mecanismos estilísticos de su discurso crítico. Se dan a conocer asimismo algunos documentos inéditos y materiales de archivo relativos al proceso de redacción y publicación de los dos primeros tomos de la Historia de la Literatura Española que sugieren el interés y el alcance de un ejercicio de contextualización y de crítica genética necesarios para dar razón con mayor riqueza y propiedad del texto al que nos enfrentamos.

 

 

 

FRANCISCO CUEVAS CERVERA

El siglo XVIII en la «Historia de la literatura» de J. L. Alborg

 

     El tercer tomo de la Historia de la Literatura Española de Juan Luis Alborg supone un punto de inflexión en su primitivo plan. Han pasado ya seis años desde que se publicara el primero de los volúmenes y cuando llega a los materiales del xviii se hace necesario un replanteamiento de los problemas y prejuicios que acompañan al «corto» siglo de la Ilustración. Sin caer en los excesos de quienes ofrecen por primera vez una pieza, aboga por una templada valoración del siglo abandonando los manidos tópicos sobre la escasa importancia y calidad de los productos literarios de este: lo que le interesa es dar luz uniforme a todo el conjunto del xviii antes de establecer prefiguraciones sobre su valor, ofreciendo un bloque de conjunto en un momento en que el xviii como materia de investigación estaba en auge.

 

 

 

BLANCA TORRES BITTER

El siglo XIX en la «Historia de la literatura» de J. L. Alborg

 

     En la Historia de Alborg, el enfrentamiento al Romanticismo (tomo IV) y al Realismo en la novela (tomo V,1) supuso un cambio de paradigma explicativo. Por una parte, el autor amplió su perspectiva en una línea comparatista, situando la literatura española en el amplio marco de la europea (e incluso la occidental: EE. UU.). Por otro, dejó de construir sus panoramas desde la bibliografía última, centrándose en la más eficiente, sin importar mucho la fecha de aparición. El radio de cuestiones abordadas se extiende a la sociología de la producción literaria (editoriales en Francia que atienden al naturalismo) y también a la formación ideológica de autores no hispanos de la relevancia de Zola o Balzac.

 

 

 

PAUL C. SMITH

                                         Blasco Ibáñez y el volumen V-3 de la «Historia de la literatura» de J. L. Alborg                                                   

     Lo que más nos ocupa en esta intervención es el volumen V, que iba a consistir en tres tomos. Pero Alborg logró terminar sólo dos. Los tres volúmenes iban a llevar el mismo título Realismo y naturalismo: la novela. Es extraordinario, desde luego, que en una  historia de la literatura se dediquen tres volúmenes a un solo género (la novela escrita entre 1850 y 1920, aproximadamente) y tres volúmenes también  a toda la literatura española (más o menos cinco siglos) desde sus orígenes hasta 1800. Se destaca en esta desproporción la clara preferencia de Alborg por la novela, y como veremos, su preferencia por Vicente Blasco Ibáñez, a quien dedica más de 600 páginas. 

     Antes de señalar los principales rasgos distintivos del «Blasco Ibáñez» de Alborg, debemos reconocer que es un libro disfrazado como una parte de una historia literaria. Pero es efectivamente el mejor libro global que se ha escrito sobre Blasco hasta la fecha. Ha sido reconocido como tal al recibir Alborg de la ciudad de Valencia en 1999 el importante Premio Lluis Guarner. Es además el «libro» al que acuden los estudiosos como primera fuente de información y opinión sobre el novelista valenciano.

     Durante su larga vida anterior a 1998, Alborg apenas menciona a su compatriota valenciano y no escribe nada sobre él. Ahora rebosa entusiasmo por sus obras y ayuda a los demás a apreciarlo debidamente en este a veces apasionado libro. Es admirable como a través de sus repetidas y ponderadas lecturas y por su dominio de la crítica, Alborg ilumina para el lector la evolución de las novelas, reflejando los diferentes momentos y lugares en los que fueron concebidos y escritos. Otro factor interesante es como Alborg, aprovechando los muchos estudios biográficos del autor, incorpora la vida del novelista en sus análisis de los diferentes grupos en los que divide su «libro». A través del «libro» de Alborg, el lector llega a conocer la fascinante vida de Blasco y cómo está integralmente entretejida en sus obras.

     En los primeros volúmenes de su historia literaria, Alborg principalmente sintetiza y evalúa los estudios críticos de otros. Ahora él es la autoridad. Aprovecha los estudios de los demás pero su profundo conocimiento de la vida y obra y lo que se ha escrito sobre ellas le convierte en la persona que conoce más profundamente a Blasco Ibáñez. Por eso ha podido hablar de aspectos de los escritos de Blasco que en el año 1998 apenas habían sido tocados por la crítica (los libros de viajes, la vasta obra repudiada, las novelas de América, las publicaciones antimonárquicas, etc.).

     Además conviene señalar que el libro es sumamente «legible» porque está motivado por un afán de comunicar su entusiasmo, de enseñar y de divulgar. Ese afán explica que Alborg casi siempre ofrezca un resumen claro de la trama de las obras mencionadas, además de un análisis igualmente claro de los personajes. Alborg incluye muchos pasajes clave, casi antológicos, para dar algo del sabor de la novela. Y sus bien argumentadas interpretaciones de las obras ayudan a fijarlas en la mente del lector. Después de leer un ensayo de Alborg sobre cualquiera de las novelas, el lector se queda con una excelente idea de cómo es la novela aunque no la haya leído.

     Finalmente, acabaremos señalando que Alborg está motivado en su libro también por el deseo de hacer justicia a la obra de Blasco, cuyas obras estaban casi proscritas durante la época franquista, debido a sus ideas anti-militares, anticlericales y antimonárquicas. El capítulo en que Alborg demuele los crasos ataques de críticos reaccionarios es de lo mejor del libro. Igualmente, en el caso de libros comercialmente exitosos como Sangre y arena, Alborg logra convencer, con su bien argumentado análisis y su erudición, que la novela no es una novela de la España de pandereta, para la exportación, sino una obra de gran mérito artístico, además de la mejor novela taurina producida en España. Por todas estas razones, y muchas más, debemos agradecer a Juan Luis Alborg que su última obra crítica fuera su libro sobre su admirado compatriota valenciano, «libro» que aparece en el volumen V, parte 3, de su Historia de la literatura española.

 

 

 

MARÍA DOLORES MARTOS PÉREZ

Mujer y poesía en la obra de J. L. Alborg

 

     Esta comunicación analiza la presencia/ausencia de las escritoras desde la Edad Media hasta el siglo XVIII en los dos primeros tomos de la Historia de la literatura de Juan Luis Alborg. Me centraré en contextualizar el tratamiento que la historiografía del siglo XX-XXI ha dado a la escritura femenina tomando como eje la Historia de Alborg y poniendo de relieve algunos de los factores que determinan la sistemática ausencia de la literatura escrita por mujeres en estas historias literarias. Para ello, fijaremos las escasas figuras femeninas que ha institucionalizado el canon historiográfico, a la vez que pondremos de relieve, como caso paradigmático, el nada desdeñable (en cantidad y calidad) número de escritoras y de volúmenes poéticos impresos que no encuentran lugar en estos manuales, los cuales están siendo estudiados y dados a conocer a través diferentes proyectos y herramientas de investigación, entre ellas el Proyecto BIESES.

 

 

 

Mª DEL MAR MAÑAS MARTÍNEZ

Narradoras de posguerra en «Hora actual de la novela española»

 

     En los dos volúmenes de Hora actual de la novela española, Juan Luis Alborg se ocupa de seis narradoras que inician su producción en la inmediata postguerra. Carmen Laforet, Ana María Matute y Elena Quiroga aparecen en Hora actual de la novela española I (1958); Dolores Medio, Elena Soriano y Mercedes Salisachs lo hacen en Hora actual de la novela española II (1962). Los tres trabajos dedicados a las autoras del primer volumen y varios de los dedicados a los autores habían aparecido en versión más breve en la revista Índice entre los años 66 y 67 dentro de la sección «Los novelistas actuales».

     El libro de Juan Luis Alborg puede considerarse un estudio pionero sobre la narrativa española de posguerra que se adelanta en varios años a otros estudios también clásicos como el volumen III de La novela española contemporánea (1939-1967) de Eugenio de Nora que corresponde al mismo período y que aparece en el año 1963. El libro de Alborg sistematiza el estudio de la novela de la época incluyendo en su primera parte unos artículos de aspectos generales y luego las monografías. Hasta este estudio, raramente podíamos encontrar críticas sobre los autores de la época que superaran las reseñas en la prensa especializada o no.

     A pesar de la eclosión de autoras en los años de postguerra se ocupa de un número considerablemente menor de mujeres que de hombres. Frente a tres mujeres en cada volumen hay doce hombres en el primero y once en el segundo. Y del mismo modo que sucede con los autores, algunas de estas autoras son consideradas hoy de primerísima fila y otras no. Se podría deducir, sin embargo que Alborg no considera ninguna de ellas como de primera fila, y menos las que así son consideradas hoy en día, como Carmen Laforet y Ana María Matute, pero hay que señalar que en la época en la que las estudia no tienen una producción muy extensa todavía. Los juicios de Juan Luis Alborg están formulados desde una honesta intención de objetividad pero a veces, se ven lastrados por condicionamientos y hábitos críticos de la época en la que escribe la obra. A pesar de que Alborg no intente limitar el papel de la mujer escritora, sí manifiesta su idea de que la mujer debe escribir sobre lo que sabe, aunque no parece valorar espacialmente el autobiografismo, y debe hacerlo de una manera que el hombre no podría, sin incurrir en alardes de masculinidad. Considera por ello a la vez que las novelistas consiguen trazar mejores personajes femeninos que masculinos, con la excepción, quizá de Mercedes Salisachs, autora sobre la que se podría deducir que tiene la mejor opinión, motivada también por el hecho de que estudia una trayectoria más completa en la misma. Juan Luis Alborg realiza un minucioso análisis temático y formal de construcción de personajes en las obras de las autoras mencionadas.

     Los estudios incluyen además interesantes aspectos que comprenden desde la teoría de la novela, siempre bien aplicada a los casos estudiados hasta interesantes muestras de sociología literaria porque indaga en las circunstancias que concurren en la producción de las novelistas de la época, con especial atención al el premio Nadal conseguido por muchas de ellas, y al que necesariamente tiene que dedicar especial atención en el caso de Carmen Laforet.

 

 

 

JOSÉ POLO

Algo de (intra)historia acerca del legado de J. L. Alborg (1914-2010)

 

     La curiosidad intelectual siempre lleva a buen puerto. De la benemérita Editorial Gredos a la Urbanización  Juan de Austria (El Escorial Bajo) pasando por una paradigmática obra alborgiana de fundamentada heterodoxia. De nuevo en ruta: de la Universidad Autónoma de Madrid («mi universidad») a la acogedora Universidad de Málaga… La doble trascendente faz, biblioteca y archivo, a cuál más radicalmente sintomática e informativa de la grandeza de un hispanista, instalados responsablemente en un pasado críticamente positivo y sin tener que apresurarnos a imaginar su futuro en materia de servicio universitario para los estudiantes y de investigación, con su consecuente universo editorial, para los estudiosos de aquí y de allá (hablará de ello el Dr. Lara): simplemente, apoyados con fruición  en nuestro presente de gloriosa sincronía dinámica (película, no fotografía).

 

 

 

JOSÉ LARA GARRIDO

El futuro del legado J. L. Alborg: líneas de investigación e inéditos

 

     El legado de Juan Luis Alborg es un sobresaliente depósito documental centrado tanto en el epistolario que el autor mantuvo con una serie de escritores y críticos desde 1950 hasta el momento de su muerte. Además, reúne multitud de papeletas, fichas, textos a medio redactar e inéditos de la propia obra del crítico.

 

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